jueves, 31 de enero de 2008

Milagro

(Chuma)

Mejor tarde que nunca. Después de casi un mes intentando hacer partir la máquina al fin podemos decir que somos 'chilenos en ruta'. No alcanzamos a aburrirnos, pudimos conocer San Francisco, Las Vegas y San Diego. San Francisco bonito y elegante, tipo ciudad europea, aunque un tanto decadente. Muchos patefuá y viejos borrachos (¿será porque los weones nos alojamos en el barrio gay?).
(El hombre y su blackberry, en el centro de Sn Francisco)

Las Vegas... divertido y espantoso a la vez. Uno no sabe si reírse o enojarse al ver réplicas del Empire State, Egipto, Venecia, Nueva York, Venecia, la torre Eifel... y cuates ofreciéndote en cada esquina minas gloriosas por 30 dólares aunque tengas 14 años y andes con tu familia. En lo personal a mí me dio rabia, pero qué más da. Aquí pueden ver cómo la ciudad corrompió a mis hermanos.



“Todo mal” con Las Vegas. Pero San Diego sí que nos gustó. Nos alojamos en el centro, todo muy civilizado y sobre todo LIMPIO. Sin basura, sin contaminación y curiosamente sin ruido, a pesar de que nos alojamos en el centro en día de semana. Unos edificios la raja. Mi papá se subió a un portaviones del ejército mientras nosotros nos subimos a un barquito turístico plagado de chinos con cámara, city tour acuático. También fuimos al imperdible zoológico, uno de los mejores del mundo dicen, donde el animalito favorito fue el Panda, que comía colihues tranquilamente en una posición envidiable.



Pero lo mejor fue ir a un balneario cercano a San Diego, La Jolla, donde nos alojamos en un motel muy económico que encontró Jaime y que le llevaba piscina, cocina propia, 3 camas matrimoniales enormes y lo mejor de todo... ¡jacuzzi! Estábamos más cómodos que el panda.

(Aplicando GPS. No tengo fotos de San Diego aquí pero Alberto subió varias al Flickr.)


También nos bañamos en el mar y nos pegamos un trotecito playero que nos demostró que somos unos vacas y el deporte no es lo nuestro. Además ahí tuve el agrado de ser detenido por carabineros por cruzar la calle con luz roja... caminando. Salí a dar una vuelta en la noche, a ver cómo carretean estos gringos, y a lo buen chileno miré para los dos lados, no venía nadie y crucé. Dos gringas bien guapas y distraídas me siguieron y las pararon también. Andaba hasta sin billetera y estos pacos son rudos, asique pasé susto. Pero menos mal me perdonaron después de que les expliqué que era chileno y eso en mi país era de lo más normal. Las gringuitas no corrieron la misma suerte.
Pero bueno... esas eran distracciones. Lo importante era comenzar luego nuestro viaje que ya llevaba varias semanas de retraso. Volvimos a Los Ángeles, a la casa-taller de Simo, donde Eduardo (su técnico, un mejicano muy buena onda) seguía intentando reparar el motor.


Antes de irnos a San Diego Simo había mandado la motorhome a la Volkswagen, donde el diagnóstico fue que el motor había quedado mal armado después del ajuste –cuando le repararon las piezas fundidas-. Ellos cobraban muy caro por ponerlo a punto asique mandamos la motorhome de vuelta a la casa de Simo para que Eduardo lo hiciera. En eso estaba cuando volvimos de San Diego, pero a pesar de seguir al pié de la letra las instrucciones de la Volkswagen todavía no andaba bien. Ya desesperados decidimos mandarlo a la Volkswagen para que lo hicieran ellos. Lo hicieron, pagamos caro y la devolvieron mala. Nos dijeron que todavía tenía otro problema.


(Camino a la Volkswagen. Delante iba una grúa. )

Según ellos, ahora había que cambiar la culata, la parte de arriba del motor. El presupuesto de los muy estafadores fue de 7.000 dólares por repararlo, impagable. Para callado el técnico de ellos nos recomendó que la cambiáramos por nuestra cuenta. Pero el repuesto no era barato ni fácil de conseguir. Había que encargarlo, lo cual significaba mucho tiempo, plata y sobretodo... la posibilidad de que el repuesto no solucionara el problema. Entonces perdimos las esperanzas y decidimos abortar la misión. Nos consolamos con la idea de que en unos 2 años más lo volveríamos a intentar, de que al menos habíamos conocido gente y lugares de Estados Unidos, que igual lo habíamos pasado la raja, etc. Nada de lo cual podía eliminar, por supuesto, la tristeza y frustración de abortar. Además de la angustia de tener que perder millones enviando a remate la, a esas alturas, "porquería de motorhome", también denominada "la cagá que nos vendió Eladio". Como última alternativa fuimos a una compraventa de motorhomes para ver si podíamos entregar la nuestra en parte de pago por otra buena. Era de esperar... nos ofrecieron tres chauchas por la nuestra y una millonada por otra gringada increíble. Imposible, se acabó el viaje.
Dos días en ese estado hasta que recapacitamos. Había que echar a andar la cuestión. Entretanto, los negocios florecían. Con el precio del dólar pasábamos metidos en www.craiglist.org, los avisos económicos gringos, alucinando con los precios. Todo a mitad de precio. Compramos varias cámaras de fotos -entre ellas una reflex con dos lentes que no sé si seré capaz de vender-. Lo más divertido eran los modos de compra. A puro Skype y GPS, visitando casas de chinos, gringos o hasta rusos -hubo un ruso muy chanta por ahí-. O bien juntándonos con ellos en los Starbucks, tratando de encontrar wifi por las calles para llamarlos por Skype cuando estábamos cerca. Todo esto, por supuesto, en el batimóvil, el auto que arrendamos.


En eso estábamos, intentando conseguir la culata del motor, cuando a mi viejo le bajó la indiá. "Eeesta wea hay que andarla nomás y te apuesto que se destapa". Salió de la casa -la casa de Simo, el dueño del taller, que a esas alturas con mucha amabilidad ya nos tenía alojados- y se puso a aserrucharla hasta que logró que se mantuviera encendida en relentí -sin acelerar-. Nos fue a buscar para que viéramos lo ocurrido y todos, por primera vez, nos subimos arriba y salimos a dar la vuelta a la cuadra.


Llegábamos a gritar, ¡al fin estábamos andando en la cuestión! Aunque a 30 kilómetros por hora y 5000 revoluciones. Con esa fuerza no cruzábamos ni la cordillera de la costa. El plan fue salir a andar en ella a la mañana siguiente, unos 200 kilómetros a ver si se destapaba. Con mi papá nos levantamos temprano y salimos a hacer el experimento. Lamentablemente, a la vuelta seguía igual. Nos bajaron un poco los ánimos y volvimos a la idea de que al parecer había que cambiar la culata. Simo nos recomendó ir a donde Sam, en Hollywood, un mecánico que podía tener el repuesto. Lo llamamos y no lo tenía, pero nos dijo que le lleváramos la motorhome para verla.
El taller de Sam era como un campo de refugiados de guerra. Deambulaba un viejo con bastón, tipo croata, que preguntaba siempre lo mismo y nos daba consejos. Otro, el hijo o nieto parece, le pegaba a un motor con un desatornillador mientras lo miraba con una cara terrorífica. Sam, el dueño, era árabe. Pesado y chanta, pero bastante seco. Le enchufó el computador y en un rato tenía claro que los pistones no estaban sincronizados, por lo que había que desarmar el motor hasta la última pieza y reajustarlo. Eduardo ya lo había hecho dos veces y la Volkswagen una -a un precio usurero-, pero según él había que hacerlo denuevo. Nos dijo que el trabajito costaba mínimo 1.200 dólares, más otra semana de espera. Nos fuimos entre deprimidos, confundidos y enojados, de vuelta a la casa. Entonces ocurrió el milagro. Cruzando el portón para estacionarnos en el garage de Simo de repente el motor se destapó y empezó a funcionar perfecto. Quedamos tan colgados que ni risa nos dio al principio. Aunque después, obviamente, empezaron las risas y abrazos, y fuimos a comer pizza “adonde la cachorra”, un restaurant donde siempre nos atiende una mesera muy bonita y amable.


A la mañana siguiente tomamos nuestras cosas, nos despedimos y partimos.


De izquierda a derecha está Simo (con su perro “oveja”), Ernesto y Eduardo. Los esperamos en Chile.

(El batimovil, la joya y la casa de Simo)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los felicito, me llena de alegría y orgullo que lo lograran. Aquí se les hecha de menos.
Jaime y Alberto se están destando parece que el chuma los está llevando por mal camino mucha cachorra, son la raja.
Papito estoy feliz que cumplas tu sueño te quiero mucho mucho pero mucho, eres el mejor papá del mundo y me llena de orgullo ser tu hija y espero heredar de ti esa alegría de vivir.
Pola que no te exploten esa tropa de hombres vacas y abusadores y te esperamos.
Mi niño chumita que te puedo decir tu sabes como te hecho de menos y sabes lo que te quiero y siempre las distancias hacen darse cuenta del gran vació que dejas cuando estás lejos.
Pasenlo la raja, cuidense que acá habemos muchos que nos morimos si algo les llega a pasar.
Los adoro a todos
Jose